Se dispara la venta ilegal de estimulantes

Se dispara la venta ilegal de estimulantes

Publicado el 26 de enero de 2015
Por Leilany Figueroa | Especial para El Vocero

“El consumo de estos estimulantes entre los universitarios se debe a los altos estándares a los que los alumnos son sometidos.”

La venta de fármacos ilegales se da con frecuencia en facultades de alta demanda. Según un sondeo informal realizado por EL VOCERO en varias Universidades del área metropolitana, los estudiantes que más incurren en la compra ilícita de estimulantes pertenecen a las facultades de Ciencias Naturales, Ingeniería, Derecho y Medicina.

El consumo desmedido entre el estudiantado de estas carreras es porque alegadamente les ayuda a combatir la fuerte presión y altas exigencias académicas a la que son sometidos.

Exámenes departamentales de dos horas, largas noches de lecturas obligatorias y responsabilidades, son lo que estimulan a los aspirantes a grados académicos a valerse de drogas para poder cumplir con sus retos.

Por otra parte, los estimulantes por definición son drogas que aumentan los niveles de actividad motriz y cognitiva, refuerza la vigilia, el estado de alerta y la atención.

Los estimulantes más comunes entre universitarios son el café, bebidas energizantes, cigarrillo, anfetaminas (grupo de Adderall)  y metanfeminas (grupo de cocaína).

El doctor José Vargas Vidot informó que ha surgido una fuerte tendencia de mezclar varios estimulantes con la ionamina.

La ionamina es un supresor del apetito muy parecido a la anfetamina, que afecta el sistema nervioso central.  Esta droga es recetada para personas con problemas de presión arterial.

Hay varias universidades donde los traficantes de estimulantes han identificado una alta demanda por las pastillas sin receta médica y por tanto se han establecido dentro o fuera de los predios institucionales para realizar sus transacciones.

El precio depende de la dosis, algunos venden la de 10 milígramos en $5 y la de 20 milígramos a $10.

“En la IUPI (UPR-Río Piedras) todo el mundo va a comprar las Adderall, Concerta, Ritalín, Focalín y Metadate por Naturales. Hasta los de la Escuela de Derecho pasan por allí”, informó Antonio Morales (nombre ficticio), quien se graduó recientemente de ese Recinto.

Según dispone el Artículo 21 de La Ley Federal de Sustancias Controladas, los que se dedican a la venta de fármacos anfetamínicos de la misma naturaleza que Adderall, se exponen a una pena mínima de cinco años de cárcel y a recibir multas de sobre un millón de dólares, dependiendo de la cantidad ocupada y de los precedentes del intervenido.

Los estudiantes que participen de los actos o estén bajo los efectos de drogas se les aplicará la política sobre el abuso de alcohol y sustancias controladas que tenga su universidad.  Todas las instituciones aplican la expulsión si se trata de un gravamen serio.

La tendencia en la diagnosis de estas enfermedades en adultos ha ido en ascenso. Lo alarmante de esto es que para que se determine que un individuo ha desarrollado el Trastorno de Déficit de Atención en su etapa adulta, tiene que haber vivido un evento traumático o episodios de estrés muy fuertes, dijo por su parte Alba Santiago, estudiante de psicología.  Esos casos no son comunes y lo que puede indicar es que los doctores no están diagnosticando correctamente.

“Tengo muchos amigos que buscan los síntomas de ADHD en google, se los memorizan y después van donde mi psiquiatra varias veces, ella los diagnostica y les receta Adderall”, relató el exalumno de la Facultad de derecho en la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras.

Posteriormente, para el año 2011, se presentó la resolución 1454 en la Cámara de Representantes, que  le solicitaba a su Comisión de Salud investigar el mal uso del medicamento Adderall en estudiantes universitarios y profesionales.

Los resultados de esta investigación nunca se han visto, la Cámara de Representantes ni el Senado han presentado proyectos de ley que fiscalicen el abuso de estimulantes. Lo único que queda es la Ley de Sustancias Controladas de Puerto Rico, número. 4 que criminaliza al usuario en vez de rehabilitarlo.