“De moda” las drogas que impulsan el intelecto

“De moda” las drogas que impulsan el intelecto

Publicado el 26 de enero de 2015
Por Leilany Figueroa | Especial para El Vocero

La Adderall es un psicoestimulante controlado del grupo de las anfetaminas que se utiliza para el tratamiento del Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad

El uso de los tradicionales narcóticos ilegales entre la comunidad estudiantil, como la marihuana, cocaína u heroína, por ejemplo, ya no es el único problema que enfrenta este grupo. La magia extensiva que ofrecen las sustancias estimulantes hoy seduce a muchos jóvenes universitarios que buscan destacarse en sus estudios.

Preparar una decena de trabajos académicos en una hora es imposible, pero con fármacos estimulantes se puede conseguir vivir sin límites, con el reloj a su favor, toda la concentración del universo y triunfar sobre cualquier material. Al menos ese es el juicio de quienes han hecho uso de una serie de estimulantes. Su meta es sobresalir a toda costa, sin importar romper leyes, relaciones interpersonales, ni crear un daño permanente a la salud.

En la comunidad universitaria existen alumnos con problemas de abuso de sustancias estimulantes reguladas. Tal es el caso de Carlos Ortiz (nombre ficticio), quien ha sufrido en carne propia la adicción a estas drogas para poder desempeñarse académicamente.

Ortiz era estudiante de la Facultad de Medicina de la Universidad Central del Caribe. Siempre se destacó académicamente, incluso se graduó con el grado de Magna Cum Laude en su bachillerato de Biología en la Universidad de Puerto Rico. Todos admiraban su capacidad intelectual sin cuestionarle si se valía de algún recurso adicional a su intelecto para explotar su potencial.

“Esas Adderalles por poco me vuelan el casco”, confesó el estudiante tras haberse dado de baja completamente de la Facultad de Medicina.

La  Adderall es un psicoestimulante controlado del grupo de las anfetaminas que se utiliza para el tratamiento del Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). Asimismo, las anfetaminas están clasificadas en un grado de actividad farmacológica de potencia comparable “hard drug” o droga fuerte.

Obtener la píldora sin receta implica una violación a La Ley de Sustancias Controladas de Estados Unidos y la de Puerto Rico (Ley 4 del 23 de junio de 1971) que clasifica este tipo de estimulante como droga controlada de tipo dos (CII).

“Utilizaba las pastillas de 20 milígramos. La partía por la mitad usaba 10 milígramos en la mañana y el resto en la tarde. Las compraba por ahí, sin consultar a un profesional de la salud, por $4 ó $5”, relató el universitario.

También dijo que se le hacía difícil concentrarse en sus clases sin las píldoras y que estudiaba de 8:00 p.m. a 4:00 a.m. los días que la consumía.

El abuso de Adderall lo llevó a experimentar el aspecto de retirada (cuando se rompe el vicio), después haberla usado por cuatro a cinco días durante un periodo de cuatro años.

Posterior a su baja de la universidad, decidió atender su dependencia y actualmente se encuentra recibiendo asistencia psicológica y psiquiátrica privada.

Por otro lado, otras dos jóvenes universitarias quienes solicitaron permanecer en el anonimato, una de la Facultad de Psicología y la segunda de Comunicaciones expresaron compartir los mismos efectos secundarios bajo Adderall.  Los usuarios de este fármaco experimentaron: alteraciones en el patrón de sueño, dificultad para controlar los pensamientos, psicosis, encierro y apatía.

“La primera vez que usé Adderall me dio náuseas, mareos y me quedé dormida en el examen que tenía programado para ese día porque no calculé el tiempo que me iba a hacer efecto”,  aseguró la estudiante de psicología.

Mientras, la alumna de Comunicaciones admitió que se graduó Magna Cum Laude de Periodismo de la Universidad del Sagrado Corazón con ayuda de las anfetaminas.

“Estaba haciendo un internado en un canal de televisión y estaba cogiendo cuatro clases de concentración. Era imposible cumplir con todo sin Adderall”, manifestó la comunicadora.

Sin embargo, este fármaco controlado aparte de tratar enfermedades neurológicas se utiliza para fines terapéuticos, como el bajar de peso.

“Empecé utilizándolo como método de control de peso con receta, pero cuando percibí los alcances hermosos que tiene la pastillita la empecé usar para sentirme “pompia’ ”, admitió la estudiante de periodismo de la Universidad del Sagrado Corazón Naomi Mulero.

Mulero también indicó que empezó con la dosis de 10 milígramos, pero tuvo que ajustarse a los 5 milígramos porque le causaba dolor de pecho. Además, ha seguido usando el fármaco para manejar su peso, tener mejor enfoque y retentiva en la universidad. También le ha cedido algunas de las pastillas de su receta a sus compañeros de clases para que puedan estudiar, a sabiendas de las consecuencias que implica compartirlas.

En ese sentido, el doctor José Vargas Vidot señaló que el abuso de estimulantes tiene un efecto devastador en el sistema nervioso central para las personas que los consumen sin tener un diagnóstico del TDAH.

“El abuso de Adderall sin receta puede causar daños cerebrales irreversibles, que a su vez, afectarán algunas capacidades motoras”, puntualizó Vargas Vidot sobre los casos del uso desmedido del medicamento sin prescripción previa ni diagnóstico.