La historia del asopao’ rondero

La historia del asopao’ rondero

#LaCalleHabla

Reflexiones de nuestros voluntarios de los grupos de rondas nocturnas. En esta ocasión nos escribe Sahily, líder del grupo Recinto Pa’ la Calle (RPC) ronderos del Recinto de Ciencias Médicas de la UPR.


Érase una vez, yo tenía 22 años. En aquel entonces, me gustaba comer, pero no el proceso que llevaba a comer. Entiéndase, no tenía destrezas culinarias. Con otros grandes amigos, conspirábamos formas de hacer una diferencia, de encontrar nuestro lugar en el mundo y de poner en práctica lo que soñábamos para nuestra carrera médica.

Como parte de nuestras rondas (salidas nocturnas para visitar y ayudar a personas sin hogar), deseábamos incluir algo “caliente” en nuestro menú, aunque fuera de vez en cuando. Es aquí cuando comienza la historia del asopao’ rondero versión RPC.

En las rondas de los viernes, donde muchos por primera vez conocimos la magia que se produce en el encuentro de personas de la calle, había visto ronderos veteranos preparar tremendos guisos hasta con ‘hot dogs’. Mágicamente, de la mezcla de lo disponible, salían sopas deliciosas que alimentaban el cuerpo y calentaban el corazón.

Sin embargo, yo no tenía la capacidad de cocinar para tanta gente y no sabía cómo lo lograríamos los lunes. Aquí es cuando entra en escena una de las primeras y mejores ronderas que ha tenido este grupo, la ahora doctora María Del Carmen Marrero. Ella puso sus dotes culinarios a trabajar y semanalmente realizaba el asopao’ de nuestras rondas.

Este asopao revivió muchos espíritus tristes y moribundos entre los estudiantes y los amigos en la calle. Ella escribió su protocolo en uno de los famosos “Google docs” de este grupo, a ver quién se atrevía a seguir sus pasos.

Un lunes, hizo falta una voluntaria. Me arriesgué a seguir las instrucciones de María e hice el asopao’ por primera vez.

¡Le hice tremendo revolú a Mami en la cocina! Pero para mi sorpresa, no quedó tan mal.

Estoy segura que muchos de los que seguimos su receta nos quedamos sorprendidos de descubrir la capacidad de cocinar que teníamos sin saberlo, más aún cuando había una buena motivación para hacerlo.

Esta tarde, estoy preparando un asopaíto post-María para la ronda. Está un poco “ciego” de pollo ya que es pechuga de lata, jeje. Pero va cargado de sofrito y recao’ y mucho amor.

Han pasado cientos de voluntarios por este grupo y todos han dejado su huella. A veces hemos sido muchos y a veces pocos, pero seguimos en pie de lucha porque la meta es la misma, conectar con aquellos que viven en los márgenes de Puerto Rico, aprender, compartir salud y, tal vez, lograr un país más digno para todos.

Nos vemos horita, ronderos…

– Sahily Reyes Esteves